El miedo es uno de los peores enemigos de las personas. Cuando se tiene miedo uno suele reaccionar de dos maneras: se paraliza... o huye.
Seguramente, algunos lo enfrentarán... pero este no es un post sobre los valientes =P
Si te paraliza te quedás en "animación suspendida", sin generar cambios porque salir de la rutina... asusta. Y si preferís huir, dejás todo inconcluso. De ambas formas estás escapando.
Hay gente que escapa de un trabajo en el que prospera por miedo a nuevas responsabilidades. Escapan de la carrera que están estudiando por miedo a fracasar cuando ésta se ponga más difícil. Escapan de relaciones (sean del tipo que sean) que funcionan por miedo a salir lastimados más adelante. Y hacer ésto no los hace sentir nada bien... pero lo siguen haciendo =(
En muchas oportunidades se despotrica contra los demás o contra el entorno, y somos nosotros mismos los culpables de la situación en la que vivimos. Nos boicoteamos y ponemos en riesgo nuestro futuro y felicidad sólo por ser cobardes.
Ya basta de huir...
lunes, 29 de marzo de 2010
lunes, 1 de marzo de 2010
-Muy bien, vamos a ver cómo lo haces.
Me mete mi propia mano en la boca.
Y, con el más suave tono de voz, susurra:
—Te ayudaré un poco, querida, va a ser muy fácil.
Mis muslos se abren, sube el calor bajo su lengua y sólo registro un ligero cambio cuando levanta la cabeza: pone mi mano en ese lugar donde algo que me es tan familiar y contra lo cual no quiero luchar, ha empezado ya y donde mis dedos índice y medio empiezan a deslizarse hacia abajo, como siempre; y me corro.
—Me ha encantado —dice—. Me encanta mirarte la cara. Estás tan extraordinaria cuando te corres, dejas de ser guapa y te transformas en una cosa voraz, con la boca abierta casi hasta desgarrarse.
(9 semanas y media - Elizabeth McNeill)
Me mete mi propia mano en la boca.
Y, con el más suave tono de voz, susurra:
—Te ayudaré un poco, querida, va a ser muy fácil.
Mis muslos se abren, sube el calor bajo su lengua y sólo registro un ligero cambio cuando levanta la cabeza: pone mi mano en ese lugar donde algo que me es tan familiar y contra lo cual no quiero luchar, ha empezado ya y donde mis dedos índice y medio empiezan a deslizarse hacia abajo, como siempre; y me corro.
—Me ha encantado —dice—. Me encanta mirarte la cara. Estás tan extraordinaria cuando te corres, dejas de ser guapa y te transformas en una cosa voraz, con la boca abierta casi hasta desgarrarse.
(9 semanas y media - Elizabeth McNeill)
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