-Muy bien, vamos a ver cómo lo haces.
Me mete mi propia mano en la boca.
Y, con el más suave tono de voz, susurra:
—Te ayudaré un poco, querida, va a ser muy fácil.
Mis muslos se abren, sube el calor bajo su lengua y sólo registro un ligero cambio cuando levanta la cabeza: pone mi mano en ese lugar donde algo que me es tan familiar y contra lo cual no quiero luchar, ha empezado ya y donde mis dedos índice y medio empiezan a deslizarse hacia abajo, como siempre; y me corro.
—Me ha encantado —dice—. Me encanta mirarte la cara. Estás tan extraordinaria cuando te corres, dejas de ser guapa y te transformas en una cosa voraz, con la boca abierta casi hasta desgarrarse.
(9 semanas y media - Elizabeth McNeill)
lunes, 1 de marzo de 2010
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la foto no favorece tu boquita sensual... u.u
ResponderEliminarPues que me corro, tía! :-)
ResponderEliminarLindo fragmento! (no pongo pedazo, porque se puede llegar a malinterpretar! =P)
Besos!
Jajajajaja... me encantó el comentario de Ana. Debo leer ese libro. :P
ResponderEliminarBuenísimo lo de Ana... me hizo reír, jajaja!
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